Cuatro pensamientos

«¡Cuánto sabe!» se asombraba el niño de escuchar a su abuelo «Cuando yo sea viejo será genial, porque aprenderé muchísimas cosas, habré hecho todo lo que él, pero sobre todo esos viajes llenos de aventuras a otras ciudades, cuando cuenta que se perdió y tuvo que guiarse a través de las estrellas entre la oscuridad de la noche.»

«¡Qué bonito es ser niño!» piensa su hermano ya adolescente «¡Qué curiosidad por cada tontería, por cada insignificancia que le cuenta el abuelo! Ojalá yo volviera todavía unos pocos años atrás, ¡la mejor época! Sin tanto estudio y tantos problemas de amores y desamores, sin jaleos entre amigos»

«¡Pero que época tan bonita!» observa la madre a su hijo mayor «Con todo pagado, sin más preocupación que mejorar los estudios, y aquellos primeros amores, ¡qué bonitos fueron! en la flor de la vida, acompañados de las primeras salidas nocturnas, los bares, la música de la noche, pero sobre todo el tiempo libre, pasarse el día con los amigos. ¡Quién pudiera volver a aquella época!»

«¡Qué preciosa familia!» sonríe el abuelo que acaba de terminar su historia sobre aquel gordo pastelero que hacía las mejores magdalenas del pueblo «¡Qué bonito ver desde pequeños a los hijos crecer, alimentarlos y cuidarlos, llevarlos de escursión y sentir que te necesitan, que son tuyos, que se parecen a ti en ese y el otro gesto. ¡Ojalá se quedara uno como adulto, en esa época llena de cariño, la mejor, trabajas en lo que te gusta y cuando vuelves a casa siempre hay alguien esperándote! Y además tienes a tu mujer, la persona a la que más puedes llegar a querer en el mundo ¿y esa belleza de las noches retozando en la cama? ¡Quién nos borrara las arrugas del tiempo!»

Es una fría tarde de invierno, fuera la nieve blanca cubre el asfalto. Sin embargo, dentro de aquella casa ni siquiera el brasero es necesario para llenar de calor los cuatro que allí se encuentran.

@suahuabs