Me gustan las historias

Dice Viktor E. Frankl que la última libertad humana es la actitud que tomamos ante las situaciones, cuando todo se pierde, cuando todo lo arrebatan, siempre queda esa libertad última. La mayoría de nosotros, sin embargo, lo tenemos todo y no somos conscientes de esa libertad. Libertad para elegir si nos quejamos o no, si sonreímos o no, si aceptamos o no, si creemos o no. Decía la mala de Los Increíbles 2, que los humanos preferimos facilidad a calidad, y así es inconscientemente -y así se aprovechan de nosotros-, pero ¿por qué no apostar por la calidad de vez en cuando? ¿por qué no salir de la tan de moda «zona de confort» y mirarnos desde fuera? O más sencillo ¿por qué no ser más conscientes de nuestras actitudes y mejorarlas?

Los detalles. Siempre he sido una obsesa de los detalles y ahora quiero volver a ellos. Los detalles son pequeñas fuerzas humanas que mejoran las cosas. Los detalles siempre se suceden y siempre se aprecian de forma inconsciente. Pero los detalles en la actitud son aun mejores, me recuerdan a las catequesis que dábamos en el colegio: «compromiso de la semana pasar más tiempo con mi abuela, ayudar a poner la mesa, no enfadarme con mi hermano». Ya no hacemos esas cosas, no nos proponemos detalles, porque… no somos niños ¿no? Mentira. Qué mentira más grande. Lo de los adultos es un timo, ser adulto es ser un niño inseguro con suficiente tamaño como para alardear de ser mayor. Dejémoslo en que somos personas, no hablemos de tamaños, personas con razón y con emoción, personas con deseos y con miedos, personas con libertad pero influidas por nuestro entorno, personas con sentido de la belleza y la miseria.

A mí me gustan las historias. Y las personas. Y los detalles.

A veces también me gusta el mundo en el que vivimos y otras no.

Y por eso estoy aquí.

Por eso escribo.

@suahuabs