El ser de harina

Era temprano, y como todas las mañanas, Tierra amasaba con esmero el pan para el desayuno en la salita pequeña del taller de Dios. Viento entró en la sala con la nariz colorada de frío del paseo matutino.

–Venía pensado que las figuras que hace Dios son un poco rollo – dijo.

–¿Cómo “un poco rollo”? – se sorprendió ella concentrada en su masa.

–Yo entiendo a qué se refiere – se unió Fuego entrando en el taller – Es como que están muy programadas. Son muy perfectas, no tienen gracia.

–Pero qué tonterías decís – reprochó ella mientras amasaba – Son súper variadas: animales y plantas, que vuelan, saltan, nadan, de colores…

– Pero no me refiero a eso. – aclaró Viento –  Yo paseo mucho y los miro, y es cómo que se nota que los ha hecho una sola persona, son… cómo decirlo…

–Predecibles – añadió Agua que acababa de llegar.

–Sí justo, predecibles.

–¿Pero y cómo los queréis? –se extrañaba Tierra – Tienen que cumplir unas leyes, un orden. Si no sería un desastre. Además, Dios sabe lo que hace.

–Pero no es eso. Es como que solo se mueven pero… – empezó Fuego.

–Se mueven pero no tienen vida. – reflexionó Viento.

–El barro no está vivo. Lo mismo es eso, ¿no se pueden hacer con otra cosa? – Agua miró a su alrededor – ¿Y si hacemos seres de pan?

–¡Pero cómo vamos a hacer seres de pan! – se escandalizó Tierra.

– Solo un trocito, Tierra, vamos a probar… – pidió Viento entusiasmado.

Agua, que era la más creativa, cogió entonces una bolita de masa y se encargó suavemente de darle forma ante la mirada atenta de los demás.

–¿Lo meto en el horno? – sugirió Tierra cuando introdujo el pan de esa mañana.

–¡No! – la miró Viento – Tiene que ser artesanal. Hecho entre todos.

Fuego se encendió entonces e impregnó la figurita con sus llamas. Viento la apagaba de poco en poco para que no se quemara.

–¿Qué estáis haciendo? – Dios había entrado en el taller y se asomó al círculo que habían formado los cuatro en torno a la figurita.

–¡Justo a tiempo! –se alegró Viento levantando la cabeza para mirarlo. – Hemos hecho una figurita entre todos, necesitamos tu soplo para darle vida.

–¿Pero esto qué es? ¿pan? ¿cómo le voy a dar vida a un pan?

– Qué sí, que sí – pidió Viento – Que la hemos hecho entre todos. Va a ser una figura especial. Todos hemos participado y solo quedas tú, tienes que soplar.

–Vale. Pero si no me gusta la extingo – aclaró Dios.

Viento aceptó asintiendo con la cabeza. Dios cogió entonces la figurita, la apoyó en su material de salida al mundo y sopló. Todos estaban expectantes. Con el soplo de vida la masa de Tierra se convirtió entonces en células, en carne, la miga se hizo compasión y ternura. De Viento había recibido la energía y la voluntad, la alegría. Con Fuego se convirtió en pasión, en emociones y dolor. Agua la había hecho adaptable, curiosa, y también vulnerable. Tras el soplo la figurita se tuvo como pudo en pie mientras todos la miraban.

–Es bonita – admitió Dios y todos asintieron – ¿Cómo la llamamos?

Nadie sabe cuál fue su nombre original, pero aquí abajo los llamamos humanos, tal vez por un malentendido con eso del barro. Lo que sí me dejaron claro, es que ya no se aburrieron jamás.

@suahuabs