Me voy

Tengo la necesidad absoluta de vivir un año sabático.

Es una necesidad que me quema por dentro pero que no soy capaz de aterrizar.

Busco en internet, hago planes, y luego los deshecho.

Trabajé en un fondo de inversión y tengo algunos ahorros. No me los querría gastar todos, yo soy de vivir sencillo. Podría hacer un voluntariado, un workaway.

Busco opciones, me emociono con ellas. Pero a la hora de la verdad no me decido por nada, porque siento que no me apetece, que atrasa cosas que sí quiero hacer, que me pongo yo sola las incomodidades.

Por ejemplo, pensé en dar una vuelta al mundo, pero no en plan visitando todo, sino un mes en cada sitio, y así pasando de país en país salir de España por el este y volver por el oeste.

Pero luego pienso en la Navidad. Y en lo que contaminan los vuelos. Y no me apetece.

Pensé entonces en hacer solo un viaje por Europa, recorrerla en un año. Ahí puedo coger trenes y autobuses. Pero me da por pensar que está muy cerca, que es más caro, que es todo hablar en inglés, y no me apetece.

Pensé en dar una vuelta a latinoamérica, en autobuses, pasar por Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Montevideo. Me apetece que flipas, pero igual, los vuelos, la Navidad, el miedo de no haber estado nunca allí.

Y mi novio. ¿Y si pudiera hacer este viaje con mi novio?

Me encantaría.

Se lo he dicho, pero él no está en la misma etapa que yo.

Me encantaría una aventura con él, es cierto. Me da igual qué país recorrer, pero coger autobuses, dormir como sea, besarnos por todos lados. Pasar un año de disfrute. Eso me encantaría.

De pronto, es posible que ese sea el problema.

Que noto que estoy construyendo algo, algo que me importa, y lo que menos me apetece es separarme, pero… ¡siempre igual!

Me pasó con mi ex. Y con mi ex ex.

Pero no es solo mi novio. Estoy cuidando más de mis amigos, de mis padres, de mis hermanos. Desaparecer así… todo un año…

Un año no es nada. Un año es solo un año. Pero pueden pasar tantas cosas en un año.

Con 26 años mi vida cambió de arriba a abajo.

Ahora estoy bien.

¿Quiero que vuelva a cambiar a los 28?

¿Por qué estoy siempre cambiando?

Realmente lo que me ocurre es que quiero dejar de cambiar.

Quiero dejar de cambiar cambiando.

Porque quiero cambiar de trabajo, quiero irme de ese estrés.

Quiero tener una rutina, comer bien, hacer algo de deporte, salir los findes, pero odio la rutina, odio los días iguales.

¿Qué quiero entonces?

No lo sé.

Realmente quiero un año sabático porque quiero paz.

Quiero un año de hacer lo que me salga del moño. De disfrutar. De distenderme. De pasar por la vida tranquila y a gusto.

¿Necesito una vuelta al mundo para eso?

No.

Pues no sé.

Me voy, me quiero ir, pero no sé si me voy, realmente, no lo sé.

Lo que quiero es tiempo para escribir un libro. Tiempo para mí y para no estar pendiente de los demás. Eso es lo que quiero. Ser capaz de salir de la presión del día a día, del flujo incansable del tiempo que me arrastra hacia delante. Ser capaz de parar y pensar, de no dejarme llevar por el camino de menor resistencia. Quiero que nadie se preocupe por mí, que no tenga que preocuparme por nadie, y así tener todo el tiempo, aburrir el tiempo. Y que florezcan en mí las historias, las conversaciones, la sorpresa.

Eso es lo que quiero. Un año de elegir compañías, de elegir caminos, de pasármelo bien. Eso lo puedo hacer en cualquier sitio. Para eso no tengo que huir. Pero esto depende 100% de mí. Huir siempre es más fácil. Echarle la culpa a otras cosas también. Cambiar de sitio, forzar las situaciones.

Lo que quiero es ser capaz de poner límites.

Es huir de lo que no quiero hacer.

Quiero salir de la inercia que me hace pasar media hora en instagram sin darme cuenta.

De todo eso quiero irme.

De todo eso me voy.

Quiero irme sin irme.

Quiero decidir, aquí, mi vida. Hacerla mía. Ser lo más yo que pueda.

@suahuabs

Deja un comentario